Relajad vuestro ánimo y disfrutad de la música de este video
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CRÓNICA PARA LEER EN LA NOCHE DE HALLOWEEN:
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En estos días en que nuestras aulas se plagan de máscaras ( personas, prósopon) y disfraces de cadáveres y muertos vivientes con sus múltiples heridas y cicatrices, con sus vendajes sangrantes y sus calabazas (sic) pedagógicas, cuando en clase interpretando nuestro papel docente ( unos de zombies totales, otras de brujas tétricas, de hombres lobo, chupacabras – de éstos suele haber bastantes-, fantasmones, payasos macabros, enfermeras-vampiresas, perrunas Cruelas de Vil, maestras del exorcismo, momias de despacho, muñecos Chukys a pilas, dráculas con halitosis… ) vemos alguna película o video sobre el tema, resulta que ayer llegó a nuestros oídos un rumor, sólo un rumor.
Se-dice-se oye-se-cuenta que el maestro Fellini ha resucitado y se le ha aparecido a algún que otro compañero-a para contarle y descifrar, por fin, el secreto mejor guardado de la historia del cine, el final de una de sus películas clave: “E la nave va” (pinchad aquí, o mejor ¡hincad el diente y succionad fuerte!).
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En esta maravillosa y poética película ( ¡Bienvenidos a bordo! ), una serie de pasajeros de un barco están abocados a un final común, cuyo desenlace todos pueden entrever. Unos desde la sala de máquinas y otros desde el puente de mando; unos destilando la mejor de las músicas con instrumentos muy delicados** (alumnado) y otros durmiendo o agonizando en sus minúsculos camarotes ( ¡siempre, Marx! ), el caso es que todos van en el mismo barco, todos navegan hacia el mismo destino, todos llegarán a algún puerto (aunque algunos se van quedando en el camino, en el ínterin de la trayectoria) o por lo menos ese es su deseo.
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En estos días de Halloween, a veces las peores pesadillas incluso echan a andar, van surcando nuestros días, presentándose en cubierta y tomando cuerpo disfrazadas de leyes educativas que nos conducen a un auténtico «Wertedero» donde campa a sus anchas un tal Mariano-manos-tijeras, o se maquillan reiteradamente de programas de «calidad?/cantidad» para evitar un fracaso escolar que amenaza la estabilidad de nuestra nave, mientras una gran diva de la ópera ( una tal Pilar-no-sé-qué, ¡otra de tantas chupacabras! ) entona una música de réquiem en nuestra película. «El barco» de nuestro sistema educativo público, como el de la serie de televisión, hace aguas casi en su totalidad ( reformas educativas sin consensuar, fracaso escolar, PISA, derroches sin fin, promesas incumplidas, falsos enfoques, nuevas propuestas…).
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Y en este punto de la trayectoria, cuando la noche se enseñorea de nuestra nave y por tanto en el horizonte se confunde el cielo y el mar, cuando se vislumbran a lo lejos las jambas del Averno, nuestra nao se bifurca en una doble estela y nos propone el «trato o truco» en que se resume esta fiesta de hoy: por un lado, a lo lejos, se oye el ¡rememos juntos!, ¡unamos esfuerzos!, y por otra, una cadavérica voz entona el insolidario ¡Sálvese quien pueda!.
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Próximo puerto: ¡Costa Concordia!, ¡S.O.S.!, ¡Naufragio seguro!, ¡Socorro!
(Voz en off, desde ultratumba ) … ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! ¡Etimets sasuro! ¡Etimets sasuro!
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Nota.: ¡ Cualquier parecido con la realidad es pura r…!
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** No sé si alguno de vosotros ( ¡los grumetes por supuesto, no! ) recordará un fragmento de E la Nave Va en el que dos viejecitos, a la sazón maestros de canto, junto con un poeta esperpéntico, entonan una dulce melodía sirviéndose para ello de varias hileras de copas de cristal llenas de agua a distintos niveles. Efectivamente, es una de mis escenas favoritas de toda la historia del cine. Les quiero dedicar a nuestros compañeros Gabriel, Santi y José Luis Lastre este enlace.
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